Todos se aniñaban

Aquí está mi respuesta a la convocatoria de Angustiadísimo. He de ser breve.

No soy de los que recrean situaciones desde cero. No sé si existe tal cosa, pero en tal caso yo no lo soy. De tal modo pretendo o soy un recreador de la historia, de las historias, que al tiempo gusta fingir construcciones que intenten fidelidad a relatos pretendidamente originales.

Éramos sentados cinco sujetos a una mesa de bar en el barrio Montserrat. Dialogamos de manera profusa, y a veces profunda acerca de las ropas que nos visten y los pelos que nos cubren, sus formas y sus looks.

Para mayor detalle del paisaje social que el evento convocaba se puede consultar: http://angustiadisimo.blogspot.com/2006/12/todos-se-aniaban.html

Uno de los cinco contó que una peluquería atendía una mujer gorda con unas enormes tetas. Y aquellos que entraban para extasiarse con sus pechos gigantescos, terminaban -sí- extasiados frente a una técnica –tántrica seguramente- en donde la mujer de enormes senos fregaba, masajeaba, toqueteaba, enjuagaba la cabeza enjugada en jabón y champú. Todo este proceso producía que sus afortunados –o desafortunados- destinatarios adopten una posición de fetalización. Lo que comenzaba con lascivia, terminaba en aniñamiento, y de ahí la frase que recordaba Angus en su post “Todos se aniñaban en las tetas de la gorda”.

Una sola reflexión: ahijuna con el universo bizarramente borgeano en donde sería posible entrar a una peluquería en busca de un orgasmo secreto y silencioso y encontrar un pasaje de regreso al útero. Ponéle.